La fuerza madurescente: reflexiones en un día de lluvia



Llueve y tiene pinta de que no dejará de hacerlo en todo el día. Como si tratara de un castigo he revisado, ordenado y actualizado mis armarios (una de las tareas más ingratas del año) y ahora me regalo una horita para postear a gusto.


Soy de la vieja escuela..., primero escribo a mano y con pluma en mi libreta (la que uso ahora la compré en Estambul) y luego transcribo transformando lo escrito al ordenador.


La vida, mi vida se complica, aunque no sea la palabra justa, porque más que complicarse, se intensifica y acelera, se concreta y tiene dirección. Hasta ahora nunca tuve que planificar nada jamás le dediqué ni un minuto a diseñar estrategias para hacerme un nombre y un lugar en el mundo y mucho menos para mejorar mi vida cotidiana, mi trabajo y mi ocio... 


Si hasta ahora el objetivo era "ganarme vida", ahora creo que ya me la tengo ganada y debo pensar más en empezar a trabajar para no tenerlo que hacer más, debo pensar en ser rentable para mí misma.


O sea, debo crear marca, yo soy el producto (?), ¡qué feo suena!: branding personal lo llaman, que así medio en inglés parece que duele menos.


Pero se llame como se llame, la clave está ahí en mi caso: armar el personaje. Me lo repito a menudo a mí misma, con ese tono monocorde que me recuerda las letanías de después del rosario, que me sumían en un estado catatónico entre el sueño y la ataraxia: tener un nombre,  ser "modelo" a imitar (que no de pasarela, je, je...), mentora y formadora, tal vez inspiradora...




Ummmm... es lo que tienen los días de lluvia, el proyecto que hasta hace unas horas se veía claro, entra en la nebulosa de la ensoñación otoñal.


Desde la ventana veo caer mansa la lluvia y todo se difumina y me permito visualizar escenarios deseables, moverme por intuiciones vagas.


Pero así es la reinvención personal, un camino inexplorado por el que transitamos casi a tientas.


A la que salga el sol volverán algunas certezas, espero.









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