Smartphones y Aprendizaje

Aulas y smartphones


Han pasado muchos años desde la primera vez que me subí a la tarima de un aula...

Porque entonces había tarimas y quedabas metro y medio por encima de las cabecitas de los pacientes alumnos que, mientras tú hablabas sin parar, dormitaban o construían su propio mundo, allá abajo..., lejos de ti.

Todavía vuelve a mí esa sensación de distancia, de lejanía, de desconexión, cuando entro en una sala y preparo el ordenador y el proyector... aunque ahora esa sensación se devanece por completo a la que lanzo la primera pregunta.

Pero desde el primer día, que debió ser allá por el año 78, han sucedido demasiadas cosas en el mundo de la comunicación y el aprendizaje, como para que un acto presencial siga siendo como era entonces.


Pregunté ayer, al iniciar en Alicante una sesión sobre redes sociales y comunicación para cooperativas, qué esperaban del seminario que estábamos comenzando y, mientras lo hacía miré a los 12 asistentes y, sobre la mesa y muy cerca de su mano derecha, 12 smartphones que, la verdad, apenas consultaron durante la sesión, pero que parecían sus armas de batalla y que en realidad, cual prótesis biónica, eran la prolongación de su memoria, su disco duro externo, y su vehículo de relación social.

Me llamó la atención la sinceridad de uno de los asistentes que afirmó que su principal interés por asistir a la sesión era olvidar por un rato los problemas de su empresa, compartir una mañana y una distendida comida con amigos y colegas y si de paso ordenaba sus ideas sobre redes sociales..., miel sobre hojuelas, pero que este punto era para él el menos importante.


Por poco "digitalizados" que sean los asistentes a una sesión formativa, los smartphones y tabletas han cambiado las reglas del juego y las relaciones en aula.

Mientras hablas, algunos de los asistentes buscan en Internet los datos que tú incluiste en tus presentaciones hace tres meses y, smartphone en ristre, intervienen para corregirte. Hay que sacarle partido a eso y pedirles explícitamente la actualización de datos.

He visto a dos participantes lanzándose whatsapp's en conversación virtual al margen o no de lo que se hable en clase. Hay que sacarle partido a eso y pedirles que incluyan en la conversación a los que no han podido asistir vía wathsapp o vía twitter.

Otros aprovechan para entrar en mi blog o en los blogs que recomiendo, curioseando de post en post. Hay que sacarle partido a eso y pedirles que accedan al blog o al post que tenga relación con lo que se esté comentando en el momento.

Muchos de los asistentes consultan el correo cada dos por tres. Yo suelo aprovechar eso para pedirles que se envíen al correo la presentación que está colgada en slideshare o en sliderocket, y les sugiero lo mismo para los vídeos de youtube que hemos visionado en la sesión.

En algunas de las sesiones, en las que los participantes parten de una cierta habilidad digital, escribo el hashtag de la sesión, les pido que tuiteen y al final de la sesión visionamos en pantalla los tuits que se han producido.

O les explico en tres escasos minutos cómo funciona evernote para que lo conviertan en su libreta de apuntes y recojan las webs, los blogs, las citas, las imágenes que van apareciendo a lo largo de la sesión.

En fin, se me ocurren cada día formas de incorporar el uso del smartphone a una sesión como nueva manera de estimular la participación en una sesión presencial y cada día veo como se aleja de mi memoria la tarima que me alejaba del grupo y cómo los dispositivos móviles se convierten en herramientas de aprendizaje.








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