Magia madurescente: liderazgo femenino en la madurez

En algún momento después de los cincuenta o de la menopausia toda mujer cruza un umbral hacia la tercera fase de su vida, entrando de este modo en un territorio desconocido. Para un patriarcado orientado sobre todo hacia la juventud, convertirse en una mujer mayor es convertirse en alguien invisible, en una no-entidad. Sin embargo, desde la perspectiva arquetípica que elucido es posible que este tercer trimestre sea una época de plenitud e integración personal, en la cual nuestros actos devengan la expresión de nuestra identidad más profunda. Jean Shinoda Bolen, Las diosas de la edad madura


En vano se echa la red ante los ojos de los que tienen alas. Gabriela Mistral

A las mujeres desde niñas se nos enseña a ser extremadamente prudentes y precavidas, a ser dóciles y a buscar la perfección en cada etapa de nuestra vida. Eso hace que saquemos buenas notas pero que no emprendamos aventuras.

Algunas nos volvemos temerarias con los años, arriesgadas en pos de nuestros sueños, transformándonos en brujas, hechiceras, magas, encantadoras, y sumándonos al grupo de las que no saben obedecer.

Para muchas ese momento coincide con la "madurescencia" ese momento mágico en el que se nos da la oportunidad de reiniciar el camino, reinventar nuestra vida e ir tras los sueños que dejamos aparcados en la juventud para cumplir con el mandato social al que me refería al inicio.

Emergemos en la madurescencia a un mundo regido tradicionalmente por modelos "masculinos" en los que predomina la competitividad, el individualismo y la jerarquía. Modelos de liderazgo propios de la sociedad industrial ejercidos de forma mayoritaria por hombres o por mujeres (muy pocas) que reproducían ese mismo estilo de dirección tradicional.

No se trata de retomar la eterna guerra de sexos, sino de reflexionar sobre si, desde la madurez, las mujeres podemos aportar un nuevo estilo de gestión empresarial o de liderazgo organizacional más acorde con el mundo conectado y líquido en el que comenzamos a circular y que requiere un modelo mas "femenino", más humanista, flexible, relacional y orientado a servicio.

No podemos dar la espalda a la pujanza de la mujer en el escenario sociolaboral. En los peores momentos de la crisis que venimos padeciendo desde 2008, las tasas de desempleo masculino en mercados como el de EEUU se incrementan a un ritmo mucho mayor que el de las mujeres, seguramente porque los despidos y reajustes se producen en los sectores dominados por los hombres, como la construcción, las finanzas, la manufactura... Se trata del fenómeno que la revista Newsweek ha llamado "Mancession" y que sitúa al hombre como principal víctima de la crisis.

Y según Expansión, em la Unión Europea las mujeres han llenado el 75% de los nuevos empleos creados desde el año 2000, seguramente debido a que perciben por el mismo trabajo un salario inferior, lo que hace prever que las mujeres están próximas a superar a los hombres en fuerza laboral por primera vez en la historia en mercados como el de EEUU y eso seguramente cambiará hábitos y prejuicios laborales.

Estamos pues destinadas la mujeres ser parte importante de la fuerza laboral y en consecuencia a ser parte de su dirección, y si observamos la evolución de la pirámide de edad en España, muchas de esas mujeres serán "líderes madurescentes", ya que gozamos de mayor esperanza de vida que los hombres y somos sencillamente "más".

Desde este punto de vista, la ausencia de las mujeres de la cúpula de las empresas y los comités de dirección, no es tan terrible. A lo mejor, el modelo imperante de liderazgo y dirección está cambiando y hay que dejarlo morir en lugar de intentar mantenerlo incorporando a la mujer.

Necesitamos hoy más que nunca de líderes con alta capacidad relacional, duchos en dirigir a través de la colaboración, la ayuda, el consenso, las redes de comunicación y la empatía..., habilidades que permiten gestionar emociones, tanto propias como ajenas. Cualidades estas que se dan tanto en hombres como en mujeres si huimos de los estereotipos que otorgan diferentes estilos de liderazgo según el sexo del líder, pero que suponen la incorporación de habilidades que las mujeres han desarrollado con mayor frecuencia que los hombres en el ámbito privado.

Liderazgo femenino

Un estilo "femenino" de liderazgo que parta de la tendencia observada en muchas mujeres a dirigir equipos por medio de una actitud de inclusión, confianza en el propio carisma, capacidad de contactar y gran habilidad relacional para influir en otros.

Algunos estudios de la Universidad de Cambridge sugieren que el "estilo transformacional de liderazgo femenino" que se enfoca hacia el largo plazo y que construye consenso y colaboración es el más adecuado para el nuevo escenario posterior a la crisis.

 Solange Mosello en su artículo sobre "La conciencia de éxito en la mujer gerente venezolana", afirma que el liderazgo desarrollado por mujeres se caracteriza por poner énfasis en las personas, ver el liderazgo como responsabilidad de todos los miembros del equipo, construir  estructuras menos burocratizadas priorizando las relaciones sociales, mayor capacidad para activar conexiones con las personas y aprender con los demás. Dejar hacer, potenciando profesionalmente lo colectivo y dando clara preferencia a enfoques cooperativos y consultivos y desarrollando políticas de apoyo mutuo.

En España somos, según el INE, más de 7 millones y medio de mujeres de entre 45 y 70 años y si bien la población total del país tiende a disminuir, la de mujeres mayores de 45 no hará más que aumentar. Mujeres con una historia y unas actitudes modeladas por el auge del feminismo en el último cuarto del siglo XX. "Babyboomers" que hemos vivido grandes cambios, profundas transformaciones en nuestra vida y en nuestro entorno y podemos porque sabemos afrontar nuevos cambios ya que estamos hechas a ellos. 

Por primera vez en la historia de la mujer, muchas de nosotras tenemos capacidad, formación, experiencia laboral e independencia económica que nos da la voz para formar parte de quienes queremos liderar la gran transformación social que ya ha comenzado.

Y como dice Christine Lagarde: "Cuando se recurre a las mujeres para la acción en tiempos turbulentos es a menudo a causa de su compostura, su sentido de la responsabilidad y su gran pragmatismo en situaciones delicadas"


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